MÚSICA ORIGINAL
BANDA SONORA BALADA PARA NIÑOS MUERTOS
Por: Jorge Borja
Septiembre del 2017 arribo a la ciudad condal, me dirijo hacia la Escuela Superior de Música de Catalunya, Templo musical construido en el Auditórium, a unas pocas cuadras de la Barceloneta. Empiezo las clases del máster en música para cine, con unos capos muy queridos como Albert Guinovart quien ganara el Oscar con la música de El Artista. Después de un periodo de formación recorro varias escuelas de cine en busca de un buen film para realizar mi trabajo de grado. No encuentro nada interesante, así que llamo al director caleño Jorge Navas a preguntarle si sabía de un buen proyecto para producir la banda sonora con la Bratislava Symphonic Orchestra. Me dijo para mi sorpresa …el mio… estoy terminando de rodar Balada Para Niños Muertos

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TODA LA MÚSICA DE ¡Qué viva la música!
GÓTICO TROPICAL
Por: Jorge Navas
Los sonidos de Cali y del Pacifico colombiano, alineados bajo un concepto cinematográfico de montaje, creación de ambientes y sensaciones donde la salsa se fusiona con el rock, lo afro con lo anglo y la cultura popular con el inconsciente colectivo del trópico local reconocido por su rumba, su desenfreno sensual y su imaginario cinematográfico de hermosas mujeres vampiro, diablos que aparecen en las pistas de baile de las discotecas y angelitos empantanados.
¡QUE VIVA LA MúSICA!
Por Juan David Correa
Esta playlist reúne las canciones de la mítica novela de Andrés Caicedo que se quitó la vida en marzo de 1977, tras recibir una de las copias de «¡Qué viva la música!» editada por Colcultura. La novela, profusa en referencias de la cultura popular y a la música afroantillana y el rock and roll, es, a la vez que el viaje nocturno de una mujer en medio de una ciudad alucinada, la celebración del mestizaje cultural y la rumba: ¡agúzate que te están velando!
Juan David Correa es Director Literario de Editorial Planeta Colombia
TODA LA MÚSICA DE ¡QUE VIVA LA MÚSICA!
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Por: Sandro Romero Rey
¡Que viva la música! es, pues, una constelación de canciones que consolidan el estilo de su autor y mezcla, de manera magistral, la poesía verbal, con la eficacia de unas letras que podrían considerarse casi onomatopéyicas o que sólo pueden funcionar mezcladas con el sonido. Umberto Valverde, con otras intenciones, ya lo había hecho, con propósitos muy distintos, en su libro de relatos Bomba Camará. Ya otros autores se habían propuesto poner a cantar sus poemas, sus cuentos, sus novelas. ¡Que viva la música! consigue, además, articular los demonios de un autor, su ingrata pesadilla vital, su tragedia, con la dicha de un personaje, con su desmoronamiento, paralelo a la recta final de un escritor que decide terminar su obra con el final de su vida.
TODA LA MÚSICA DE “¡QUE VIVA LA MÚSICA!”
(Fragmento del capítulo incluido en los libros Andrés Caicedo: o la muerte sin sosiego.
Editorial Norma, 2007. Y Memorias de una cinefilia: Andrés Caicedo, Carlos Mayolo,
Luis Ospina. Siglo del Hombre ,2015).
Por: Sandro Romero Rey
¨una de las claves de la novela (por supuesto, no la única, pero sí una determinante) es la
mezcla de frases originales del personaje, con citas de canciones, como si formaran parte de
su discurso… ¡Que viva la música! la disfruta tanto el conocedor aguzado, como el lector
desprevenido.
Aunque Caicedo despreciaba a los Beatles (como buen fan sesentero de los Rolling Stones),
da la impresión de que la narradora de la novela los respeta, al juzgar por la manera como los
cita.
Ahora bien: la salsa y el rock comienzan a mezclarse en la página 92, cuando el bolero ‘Si te
contaran’, silbado por Robertico Ross, se mezcla con ‘It´s only rock and roll’, que suena en el
ambiente.
¡Que viva la música! es, pues, una constelación de canciones que consolidan el estilo de su
autor y mezcla, de manera magistral, la poesía verbal, con la eficacia de unas letras que
podrían considerarse casi onomatopéyicas o que sólo pueden funcionar mezcladas con el
sonido. Umberto Valverde, con otras intenciones, ya lo había hecho, con propósitos muy
distintos, en su libro de relatos Bomba Camará. Ya otros autores se habían propuesto poner a
cantar sus poemas, sus cuentos, sus novelas. ¡Que viva la música! consigue, además, articular
los demonios de un autor, su ingrata pesadilla vital, su tragedia, con la dicha de un personaje,
con su desmoronamiento, paralelo a la recta final de un escritor que decide terminar su obra
con el final de su vida.